"Cada 2 de abril"-por- Belkis Cima
Así me lo contó mi amigo, que sin llegar a las islas luchó con ese monstruo grande que pisa fuerte...
"Los días fueron pasando entre amigos y gente conocida que me brindaban una palmada en el hombro y hasta una sonrisa, cosa de gente común, la de mi pueblo que con desconsuelo nos esperó. Para las autoridades habíamos sido derrotados y nos hicieron callar su propia derrota.
Estando ya en casa las noches siguieron siendo infernales, como allá por no saber en qué momento debíamos salir a matar. En mi cama, limpia y arropada con el amor de mi madre, aún sentía el frío del viento sur que nos cortaba el sueño y nos obligaba a saltar para tener el cuerpo en movimiento y no poder soñar. Varias veces desperté llorando y buscando desesperado debajo de mi cama los borceguíes del ejército que durante esos meses calcé sin saber a dónde me llevarían y hasta dónde me acompañarían ellos a mí o yo a ellos.
Como imagen recurrente viene a mi memoria esa mañana de marzo de 1982, cuando mi padre recibió mi citación. Me despertó y me dijo que me debía presentar, la patria me necesitaba y no había mucho que pensar. Como ciudadano responsable cuestionó mi primera negativa con sus ideas y patriotismo, lo mismo que siempre me inculcó.
Cuando me presenté, fue el ingreso y acuartelamiento. No pude volver a saludar a mi madre. Vestido con ropa de combate y un arma, ya era un soldado más para defender a la patria, como dijo mi padre.
El 2 de abril de 1982 a las 5a.m. se cantó el Himno Nacional Argentino.
Aquella mañana fuimos despedidos por la banda del ejército tocando una marcha militar. Mis padres y mi novia me saludaron desde lejos y subimos al tren, el sur nos esperaba.
Esos setenta días o más que duró la guerra, fueron un ensayo de vida en el infierno. Mis compañeros, unos chicos correntinos, decían estar dispuestos a morir por la patria y yo deseaba volver a casa y abrazar a mi familia. Pasaban los días y nosotros seguíamos en continente, a los correntinos no los vi más, se los llevaron a las islas.
Desde las islas recibíamos noticias sobre los ataques ingleses hasta que llegó la menos esperada, el hundimiento del Belgrano; nos dejó una rara sensación, nos avisaba de la proximidad de la muerte.
Con cada amanecer volvía la incertidumbre de saber si era ese o no el día que volaríamos a las islas o al más allá.
Y ese 14 de junio de 1982, haciendo guardia escuché por radio: ¡La guerra terminó!" Me sigo preguntando si haber vuelto caminando es sinónimo de vivir. La guerra, ese monstruo grande que pisa fuerte, nos petrificó por dentro, tengo las lágrimas secas y un sabor amargo cuando recuerdo el llanto de mi madre diciéndome:¡Cuídate!
Tuve la suerte de volver, si bien quedaron muchos compañeros en combate yo combatí con mi angustia y pánico, secuelas menores que me acompañaron.
Cada 2 de abril al cantar el Himno Nacional, entono con más fuerza ¡¡SEAN ETERNOS LOS LAURELES QUE SUPIMOS CONSEGUIR, CORONADOS DE GLORIA VIVAMOS, OH JUREMOS CON GLORIA MORIR!! haciendo vivo el recuerdo de los que no pudieron volver."
Dedicado a la memoria de mi amigo Miguel Mancuso, veteranos y caídos en la guerra de Malvinas, por quienes siento profundo respeto y admiración.
Belkis Cima
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