"La preocupación de Margarita" por Belkis Cima
Margarita
estaba preocupada porque en instagram descubrió que los reyes magos eran de
tierras muy lejanas y que hablaban otro idioma. Los reyes no entenderían lo que
ella había escrito en su cartita.
La abuela
entró en la habitación y la encontró
tendida en la cama mirando al techo. Con su dulce voz le preguntó qué le pasaba
que tenía los ojos duros de tanto mirar al techo.
La niña con
una preocupación, tan profunda como el mar, le contó que había escrito la
cartita para los reyes magos y que ellos hablaban otro idioma, no iban a
entender y no le dejarían el regalo que
ella esperaba.
̶ Margarita, Margarita ̶ dijo la abuela mientras
se sentaba a su lado sobre la cama y le acariciaba el cabello rojizo como un
atardecer de verano ̶ El idioma para ellos no es problema, son magos. ¿Querés
que te cuente cómo se conocieron Melchor, Gaspar y Baltasar?
̶ Abu, vos siempre tenés una historia para contarme. Te escucho.
̶ Bueno, si estás dispuesta a escuchar, seguramente
te va a gustar.
La niña se sentó con la espalda contra el respaldo cubierto por mullidos almohadones. La abuela se acomodó frene a ella, descalza y sentada en canastita comenzó a contar:
̶ Mi abuelita, que sería tu tatarabuela, me contó
que Melchor era un rey muy estudioso de Persia y se había interesado mucho por
las estrellas, investigaba a una que anunciaría el nacimiento del Salvador.
También en India se interesaban por las estrellas y los mensajes que enviaban a
través de los sueños. Gaspar, un estudioso de esos mensajes, soñó que nacería
un niño que traería la paz al mundo. En África, el rey Baltasar creía en la
promesa de Dios a sus antepasados, creía en la venida de un Mesías que salvaría
a la humanidad de todo mal. Los tres convencidos en el cumplimiento de la
promesa de Dios dejaron sus hogares y montados en camellos partieron en busca
de ese niño, el Mesías que salvaría al mundo ̶ haciendo una pausa se estiró y
le tomó las manos a Margarita.
̶ Esto está re bueno, porfa seguí contando.
̶ El viaje fue largo y a la vez llevadero, el
equipaje era poco pero tenían el corazón repleto de amor y esperanza. Cada uno
por su lado. Guiados por la luminiscencia de aquella estrella majestuosa en la
negra noche se encontraron justo en el desierto. Venían de lugares diferentes,
hablaban idiomas diferentes pero algo en común los unió. La fe y la esperanza
de llegar hasta el recién nacido con la misión de salvar a la humanidad los
impulsó a seguir juntos.
̶ Abu, esto cada vez está más interesante. ¡¡¡Seguí
porfa!!!
̶ Sigo, sigo,
tranquila. Así fue como en la madrugada del 6 de enero los tres juntos llegaron
a Belén y la luz incandescente de la estrella se detuvo sobre un humilde y
olvidado portal. Hacia esa luz se dirigieron y allí encontraron a María y a
José junto a un pesebre donde descansaba el pequeño gran niño. Los tres
emocionados le ofrecieron regalos: oro, sabiendo que estaban ante el Rey de
Reyes, incienso para adorarlo como Dios y mirra anticipando la Salvación.
̶ Abu, me dan ganas de tener a ese bebé en mis
brazos para adorarlo y ya no me importa si me dejan los regalos que pedí en la
carta o cualquier otra cosa.
̶ Margarita, me hace feliz que pienses así, pero
esta historia no termina aquí porque la luz de esa estrella nos dejó una misión.
̶ ¿Cuál es esa misión, abu?
̶ Hoy nuestra misión es llevar amor, fe y esperanza
donde hagan falta, porque compartir y soñar juntos puede hacer al mundo más
feliz ̶ las dos se unieron en abrazo mimoso.
Así fue
como Margarita se olvidó de su preocupación y se acostó dispuesta a soñar con
la luz de esa majestuosa estrella en espera de la llegada de los Reyes Magos.
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SZ